miércoles, 24 de marzo de 2010

Gioda se convirtió en el verdugo de Jiménez (Sevilla 1-1 Xerez)


Un Xerez paupérrimo, vagabundo, errante, avergonzante para nosotros, los aficionados, etcétera, por paradojas de la vida, terminó convirtiéndose ayer noche en quién dictó el veredicto final a Manolo Jiménez. Un equipo que a mitad de pretemporada contaba con once futbolistas y que el año que viene solo tendrá en propiedad a un par de ellos terminó por acabar con la paciencia de los aficionados y del sevillismo en general. Lo del Sevilla ayer, en su casa, fue para haberse marchado del Pizjuán a mitad de partido. Uno de los peores partidos que he visto en mucho tiempo -y eso que voy a ver el Xerez cada dos domingos a Chapín-. Para colmo, la suerte le da la espalda en mitad de esta espesa tormenta en forma de lesiones. Las de Perotti -unas cinco a siete semanas de baja- y Zokora -dos semanas- concretamente.

Sería una idiotez hablar de lo que fue el encuentro. Un Xerez que no daba tres toques y un Sevilla que, en su mejor momento, podía haber conseguido una abultadísima victoria sin hacer demasiado esfuerzo. Pero la incompetencia mostrada por los hispalenses últimamente no parece desvanecerse fácilmente y tuvieron que esperar a que Sidi Keita arroyara a Adriano en el área -hay que ser tarugo para hacer semejante penalti- para que Kanouté pusiese por delante a los suyos. Se las prometía felices Jiménez que, a pesar de su lamentable imagen, estaba consiguiendo sacar los tres puntos ante su afición. Pero, como ya he apuntado, por caprichos del destino, en la prolongación Leandro Gioda tuvo el santo de cara después de un saque de banda xerecista, del cual le cayó el rebote en la frontal y logró colocar las tablas. Entonces la afición, que ya había silbado a su equipo durante la contienda, explotó y Jiménez no tuvo otra que marcharse cabizbajo.

Parece que el fútbol se ha cebado con él, cuando fue quién tuvo las narices de entrenar a un Sevilla en el que Juande Ramos había dejado el listón por las nubes. Las cosas dejaron de ir tan bien y ahora, como siempre ocurre en estos casos, el entrenador ha pagado el pato. En Sevilla no quieren imaginarse quedar fuera de Champions -ahora incluso peligra Europa- y mucho menos hacer que el Atleti se corone campeón de Copa. Por ello, Jiménez dice adiós dejándome, al menos a mí, un gran recuerdo como entrenador. Así es este deporte y en el club de Nervión no podían permitirse un descenso de posiciones continuado en las próximas jornadas. Parece que el señor que hizo campeón de Europa a la Roja será su heredero. Suerte para Luís.

Una vez más, espectacular la afición del Xerez, que acompaña al equipo allá donde va, concretamente el Kolectivo Sur.

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