Es la palabra. Hoy el Bayern de Múnich se vengó de la maldita final de 1999, aquella final en el Camp Nou que le enfrentó al Manchester y en la que vio convertirse a la gloria en el suplicio, el desasosiego, la amargura y la aflicción en un abrir y cerrar de ojos. Hasta entonces no se recordaba un equipo que había recibido dos goles en el tiempo añadido en la final de la Champions y que para colmo esos goles se la quitaban de las manos. Hoy la historia era diferente. Los alemanes tenían la engañosa ventaja del 2-1 conseguido en el Allianz Arena y el United, a pesar del adverso resultado, parecía favorito por tener esos noventa minutos de la vuelta en Old Trafford. Y bien prontito empezaron a despertar los diablos con un gol que dejó bien clara la mediocridad del guardameta Butt. También el segundo, y el tercero. Todo parecía solucionado, pero Olic aprovechó un error de Carrick y abrió la lata muniquesa. Para colmo el United se quedaba con diez por la expulsión de Rafael que estaba haciendo un gran encuentro, y Rooney comienza a resentirse de su lesión. Malos augurios que se confirmaron con un zurdazo de Robben a falta de un cuarto de hora para el final. Inconmensurable la volea a la salida de un córner por parte de Ribéry. Qué futbolistas... y pensar que el Madrid dejó ir al primero para traerse a Benzema... ay, dios.
El United se las prometía felices con sus tres goles y mostró una superioridad aplastante en la primera mitad, en la que el Bayern no se pudo ver en el campo, pero las fuerzas fueron agotándose y la inesperada expulsión de Rafael, la esperada retirada de Rooney y el remate demoledor de Robben dejaron fuera de las semis a los mancunianos que no esperaban ser apeados tan pronto de la competición. La constancia alemana dio su fruto y vuelven a disputar las semifinales de la Champions. Ahora, exámen de conciencia para un United que de forma incomprensible se echó atrás con el primer gol del rival y la expulsión. El gol que daba el pase a los alemanes era cuestión de tiempo por la cantidad de llegadas peligrosas al área local sobre todo por parte del EX MADRIDISTA -me martiriza pensarlo- Robben. El recurso de Nani en el segundo gol del encuentro acabó convirtiéndose en un mero detalle de un partido en el que vencieron los ingleses, pero donde el Bayern comenzó a cicatrizar la herida que once años atrás abrieron Sheringham y Solskjaer en apenas cien segundos. Se medirán al Lyon -que por primera vez en su historia pasa de cuartos- en semis y si lo hacen como hoy, llegarán a la final sin problemas y tendrán la posibilidad de coronarse campeones de Europa nueve años después.
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